Viajar sola por Brasil haciendo voluntariados y hostel-hopping
Salir de la zona de confort, especialmente siendo mujer, requiere coraje y ganas de demostrar que sí podemos y queremos hacer lo que soñamos.
En 2025, decidí abrirme a esa aventura que llevaba tanto tiempo deseando: viajar con mi casita en la espalda y descubrir una vida nueva, paso a paso. Comencé en el sur de Brasil, sin mucha experiencia, solo con voluntad y valor. Así, fui aprendiendo el idioma y resolviendo de manera sencilla y económica el camino que estaba empezando a recorrer.
Mi primera parada fue en la isla de Florianópolis, donde realicé un voluntariado en un restaurante y alojaba en un hotel que brindaba hospedaje a los trabajadores. Era una temporada alta, así que la experiencia no fue tan gratificante como esperaba, ya que, siendo mujer, los prejuicios parecen estar en todos lados. Intenté otros voluntariados en hostels cercanos, pero no encontré lugar, así que me alojé en uno llamado World Hostel.
Una semana después, esa experiencia en el hostel se convirtió en una de las más lindas, haciendo amistades de diferentes lugares y despidiéndome con alegría. Con lo ahorrado durante ese mes, me dirigí a Río de Janeiro, donde tenía amigos que llevaban meses allí y me lancé a una nueva aventura.
Viajar sola por Brasil haciendo voluntariados con Worldpackers
A los pocos días de llegar a Río, conseguí trabajo en un bar muy lindo y reconocido en Copacabana, y alquilé una habitación para ahorrar y seguir viajando. Mis amigos con más experiencia en la zona me recomendaron varias opciones para hacerlo, disfrutando y conociendo al mismo tiempo.
El trabajo en el bar duró poco, ya que era nocturno y no era seguro salir de madrugada sola, además de gastar en transporte y exponerse a los peligros de la calle nocturna en Río. Sin embargo, logré juntar algo de dinero y comencé a hacer una de las cosas más lindas: vender empanadas argentinas en las playas de Leme, Copacabana, Ipanema y Leblon.
Mientras tanto, me alojaba en un hostel pagando muy poco. Durante dos meses, trabajé en la playa y viví allí, recorriendo tanto de día como de noche. Lo más recomendable fue caminar o andar en bici todos los días, ya que no solo se llega a lugares increíbles, sino que también se conoce la ciudad desde otra perspectiva.
Lee aquí cómo ahorrar durante un viaje largo.
En el hostel conocí a cuatro personas especiales con quienes compartíamos ideas sobre el próximo destino. Sentí que mi corazón me decía que debía seguir, que aún tenía mucho por recorrer, así que decidimos explorar juntos el interior de Río de Janeiro.
Visitamos Cabo Frio, Búzios, Sana (donde pasé mi cumpleaños de manera maravillosa) y finalmente Macaé. Todo en una semana. Fue rápido, pero sentí que el siguiente destino me llamaba, y así fue: en la estación de autobuses, de la nada, dije: “Me voy a Salvador”.
Haciendo voluntariados en Brasil
Luego de un largo viaje con uno de los viajeros con quienes estuve en Río, llegamos a Salvador de Bahía y me sentí en casa. Era finales de abril. Buscamos un hostel y, tras una semana buscando voluntariados en plataformas como YoEmpresario, encontré uno en un hostel.
Me sentí muy bien recibida y esa fue una de las experiencias más fuertes y bonitas hasta ese momento. La energía de la ciudad se siente en el aire, y eso me llenó de entusiasmo.
Tras unos meses como voluntaria, decidí quedarme a vivir un tiempo, lo que me permitió conocer la ciudad desde otra perspectiva. No era solo de paso, sino que viví el día a día allí, en una estadía que resultó ser más larga de lo que imaginaba.
Para mí, no fue difícil adaptarme, ya que al sentirme en casa, todo fue muy cómodo y confiado. Los momentos buenos y las personas maravillosas no faltaron.
Después de casi un año y medio, necesitaba ver a mi familia, así que me tomé dos meses para visitarlos. Luego, regresé llena de energías y con muchas ganas de seguir explorando.
Ya más experimentada y habiendo pasado por lugares que nunca imaginé visitar, regresé a Brasil, esta vez al estado de Pernambuco, en Recife, para recorrer el Caribe brasileño, el Nordeste y todo lo que pueda de este hermoso país.
Aprendí que, como mujer viajando sola, los prejuicios y el machismo están en todos lados, en mayor o menor medida. Pero si no cuido de mí misma y tomo precauciones, nadie lo hará por mí. La diferencia ahora es que todo esto ocurrió en un país diferente, con otro idioma, costumbres, clima y cultura. Aprendí el idioma en el camino y conocí cada lugar desde otra perspectiva, siempre priorizando mi seguridad y manteniendo una actitud positiva.
Disfruté cada momento, tomando decisiones propias sobre lo que quería y no quería hacer. Tener la libertad de elegir el rumbo de tu vida no solo te fortalece, sino que también te da la confianza de que todo es posible si te lo propones.
Viajar sola por Brasil haciendo voluntariados con plataformas como Worldpackers fue una experiencia que cambió mi vida. Recuerda que hay muchas opciones para intercambiar habilidades por alojamiento y comida en Brasil, y que tú también puedes vivir esta aventura.