¿Por qué las mujeres a menudo son pasadas por alto?
Percepción de debilidad
En un nivel más amplio, por ejemplo en Estados Unidos, existe la creencia de que todo se militariza, desde las elecciones hasta una simple lata de sopa, porque la feminidad, en contraste con la naturaleza militar masculina, engloba rasgos de vulnerabilidad, emoción y riesgo. Estos atributos son considerados débiles y poco deseables en la cultura estadounidense.
A nivel micro, cada vez más estudios muestran que las mujeres perciben que su liderazgo es más efectivo. Sin embargo, la creencia común, aunque sin respaldo científico, de que el liderazgo femenino es débil sigue vigente, y se refleja en fenómenos como la ‘escalera de cristal’. Curiosamente, en esos estudios, las mujeres se perciben a sí mismas como líderes menos efectivas en contraste con los hombres.
Críticas basadas en el género
Un gran estudio realizado por tres investigadoras en doctorado descubrió que, en definitiva, a las mujeres simplemente no se les considera “lo suficientemente aptas” para liderar. Identificaron 30 rasgos de identidad femenina que, de forma abierta o sutil, generan críticas que impiden que las mujeres accedan a cargos de liderazgo. Entre estos rasgos están raza, edad, estado parental, religión, atractivo, tamaño corporal y capacidad física. Las mujeres suelen recibir críticas vagas y subjetivas, mientras que los hombres reciben retroalimentación constructiva y objetiva.
Como resultado, muchas mujeres aceptan e internalizan estas críticas, considerándose menos capaces e ineficaces. Por otro lado, la sociedad tiende a excluirlas de las oportunidades de liderazgo.
Interrupciones en la carrera, dicen
Conozco a un alto directivo masculino que solía decir: “No deberíamos contratar más mujeres, luego se embarazan y afectan el trabajo”. Es una broma de mal gusto. La necesidad de permisos de maternidad por futuros embarazos hipotéticos.
Se nos castiga por tomarnos tiempo para formar una familia, cuidar a los hijos y, más adelante, a los padres mayores. Como si estas responsabilidades, en parte, no debieran ser compartidas en el ámbito laboral. Crear entornos laborales que fomenten una mejor armonía entre trabajo y vida personal podría ayudar a solucionar esto.
Independientemente de por qué las mujeres son pasadas por alto, enfrentamos las consecuencias de la falta de reconocimiento por nuestro trabajo, los logros y la disposición para liderar, quedando excluidas en las oportunidades de liderazgo. Esto afecta nuestra autoestima y autovaloración.
Entonces, ¿qué hacemos cuando las mujeres somos pasadas por alto? ¿Cuando nuestro valor es rechazado? ¿Qué le decimos a nuestras futuras líderes, hijas que sueñan con liderar? ¿Nos rendimos y nos quedamos en una esquina sin levantarnos?
¡De ninguna manera! Lo más fácil sería rendirse, pero tenemos un propósito y un trabajo que cumplir.
¿Cómo pueden las mujeres superar este rechazo?
1. Entender e internalizar que nuestro valor no está ligado a nuestros cargos
A pesar de las creencias limitantes profundamente arraigadas en la sociedad, debemos luchar contra esa narrativa internamente. No nos sirve, y corremos el riesgo de perdernos y adoptar comportamientos poco útiles, como “subir en la escalera a través de atajos”.
Siguiendo el ejemplo de la sabiduría popular, debemos conocer quiénes somos y nuestro valor inherente, lo que aportamos como seres humanos femeninos. Aceptarlo y caminar con confianza en ello.
Solo así, el rechazo no nos hará perder la corona en la cabeza.
2. Sentarse, procesar y aceptar nuestras emociones
Seamos realistas, duele ser pasada por alto, duele el rechazo. Quien diga lo contrario no es humano. Las emociones son parte esencial de nuestra humanidad, tanto las positivas como las negativas. Mi cuerpo vibró toda una semana, pero en ese momento, lo enfrenté. Ojalá no hubiera sido así.
Debemos honrar nuestro ser, tomándonos el tiempo para reconocer lo que sentimos, respirar profundo, reflexionar, meditar, dar un paseo, disfrutar de un trozo (sí, un trozo) de pastel de chocolate oscuro con ganache, y orar al respecto.
Luego de activar las hormonas de la felicidad y cuidar nuestro sistema nervioso, nos levantamos y seguimos adelante.
3. Adoptar la actitud, no la verdad, de que el rechazo solo significa una de dos cosas: NO AHORA o NO AQUÍ
Cuando una puerta se cierra, significa que quizás no es el momento o que no es la puerta correcta. De cualquier forma, no pasar por ella no refleja quién eres ni lo que puedes hacer.
Cada una tiene áreas de propósito, aunque a veces no estén del todo claras o no sepamos cuáles son. Una forma de obtener esa claridad es a través del rechazo. Como dice el dicho: El rechazo es una redirección.
Te doy permiso para seguir adelante hacia otra puerta. De hecho, es imprescindible hacerlo. Puede estar en el mismo edificio o en uno diferente. Prometo que si esa primera puerta era tu destino, y solo no era el momento adecuado, volverá a aparecer.
Pero una cosa es segura: estás destinada a liderar, ya sea en tu nivel actual o más allá, si esa es tu voluntad. No permitas que el rechazo te diga lo contrario. Y sigue desarrollándote como una mejor versión de ti misma, no por presión, sino por deseo de servir mejor.
4. Ponernos la ropa de adulta y sonreír a la competencia
Porque entendemos que no se trata de ellas. Porque sabemos que ninguna persona tiene la última palabra, ni en lo que sucede en nuestras vidas.
No fingimos una sonrisa, pero, por difícil que sea, sonreímos a través del dolor y la decepción.
Por muy sucias que hayan sido sus acciones en el proceso, extendemos la mano para felicitarlas y estrecharles la mano.
Respetamos y apoyamos su liderazgo, e incluso defendemos su honor si es necesario, porque compartimos el objetivo de servir a nuestra gente.
Duele ser pasada por alto, duele ser rechazada. Nos sentimos decepcionadas y a veces avergonzadas. Son reacciones humanas normales. Pero no permitamos que esas emociones nos hagan sentir que no somos dignas. Que sus palabras definan nuestro destino. Mantengamos nuestras coronas firmes en la cabeza.
Sobre la Dra. Shibu Selatole
La Dra. Shibu Selatole es una coach especializada en mentalidad y estilo de vida femenina, certificada en Coaching de Transformación de Vida con PNL. Ayuda a mujeres líderes a abrazar su feminidad y su identidad femenina para lograr un éxito armonioso en el trabajo y en el hogar. Cree firmemente que no es natural ni saludable que las mujeres sigan triunfando en formas hiper-masculinas y patriarcales, y que esto explica por qué experimentan más agotamiento que los hombres.
Con 20 años en la práctica forense, posee un MBA (con honores) y ha sido reconocida como Jefa de Unidad, supervisando la gobernanza clínica en su provincia y formando residentes. En sus sueños, su autobiografía se titula ‘Renovación, Descafeinado y Vestidos’.
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