¿Qué es la insolvencia?
La insolvencia significa que ya no puedes pagar tus deudas a medida que vencen. Esto puede ocurrir de dos maneras, o ambas al mismo tiempo.
Puedes experimentar insolvencia por flujo de caja, lo que significa que el negocio no tiene suficiente dinero disponible para pagar sus deudas, pero aún posee activos ilíquidos. O puedes tener insolvencia en el balance, que es más grave y ocurre cuando las deudas del negocio superan sus activos totales, líquidos e ilíquidos. La primera es más fácil de manejar, pero la segunda generalmente requiere cesar operaciones de inmediato.
¿Cómo manejar la insolvencia?
Antes de afrontar la insolvencia, es muy recomendable buscar asesoramiento de un profesional licenciado. La insolvencia empresarial es sumamente compleja y puede resultar confusa, por lo que contar con asesoramiento profesional te ayudará a tomar las decisiones correctas.
Con esto en mente, ¿qué opciones tienes si tu negocio está en dificultades?
1. Crear un acuerdo informal con tus acreedores
Tan pronto como detectes problemas financieros, es fundamental que contactes a tus acreedores y les informes de la situación. Si las dificultades son temporales y las identificaste a tiempo, podrías organizar un plan de pagos. Sin embargo, esto no funciona si hay una amenaza de acción formal por parte de los acreedores.
Es importante destacar que estas conversaciones y cualquier acuerdo al que llegues no son legalmente vinculantes, y un acreedor puede retirarse en cualquier momento. Pero puede ser una solución temporal útil que permita que tu negocio continúe operando.
2. Realizar un Acuerdo Voluntario de Empresa (CVA)
Un CVA, o Acuerdo Voluntario de Empresa, es similar a la opción anterior, ya que es un acuerdo con los acreedores para pagar las deudas en un nuevo período de tiempo. La diferencia es que este acuerdo es vinculante para ambas partes y permite que el negocio siga operando durante y después de la duración del acuerdo.
3. Entrar en administración
La administración puede ser una decisión difícil, pero ofrece ciertos beneficios. Proporciona un respiro frente a acciones de los acreedores y el negocio puede continuar o ser vendido.
Es un proceso relativamente sencillo: el dueño del negocio entrega la gestión a un administrador concursal, quien toma el control para que los acreedores no puedan tomar acciones legales sin autorización judicial. Luego, el administrador presentará propuestas para restaurar la viabilidad del negocio, reestructurarlo, venderlo o realizar un proceso de liquidación de activos para pagar a los acreedores.
4. Uso de la administración concursal
Conocido también como estar en ‘administración’, esto se inicia por el titular de una carga flotante, generalmente un banco. Este designa un receptor encargado de recuperar el dinero adeudado, sin que usualmente intervenga un tribunal.
El receptor administrativo es un profesional privado, distinto del receptor oficial. No realiza pagos a los acreedores no garantizados, pero se encarga de recuperar fondos suficientes para cubrir sus costos, la deuda del titular de la carga flotante y los acreedores preferentes.
5. Liquidar la empresa
También conocido como ‘disolver’ una empresa, la liquidación implica cerrar el negocio. Los activos se venden y los ingresos se destinan a pagar a los acreedores preferentes, aunque generalmente no cubre todas las deudas.
Negocios solventes e insolventes pueden optar por esta vía. Si la empresa es solvente, se denomina liquidación voluntaria de socios, y en caso de insolvencia, se llama liquidación voluntaria de acreedores.
Pensamientos finales
La insolvencia no es algo que ningún negocio desee atravesar, pero en ocasiones es necesaria para afrontar dificultades financieras.
Dependiendo del nivel de tus deudas y pérdidas, podrás seguir operando o quizás debas cerrar la empresa. Sin embargo, un profesional con experiencia podrá ofrecerte asesoramiento experto para que las decisiones tomadas sean las más adecuadas a tu situación.