¿Cómo un voluntariado en un hostel puede transformar tu experiencia de viaje?
Esta fue mi primera experiencia intercambiando mis habilidades por alojamiento, desayuno y mucho más. Aquí aprendí que un voluntariado en un hostel te permite vivir en comunidad y aprender de todos los que te rodean.
Al planear mi viaje desde Chile a Europa, quería ahorrar todo lo posible para poder viajar más tiempo con el mismo presupuesto. No recuerdo exactamente cómo, pero descubrí una plataforma de voluntariado y de inmediato quise saber todo sobre ella. Me parecía increíble que, con solo unas horas de trabajo, pudiera hospedarme gratis y además recibir desayuno y otros beneficios. Sin pensarlo mucho, creé mi cuenta verificada, aunque mi vuelo no salía hasta dos meses después. Desde entonces, cada momento de ocio lo dedicaba a buscar oportunidades en la app: para mí, el viaje ya había comenzado.
Las sorpresas de la vida…
Mi vuelo tenía como destino Madrid, ya que era el destino europeo más económico desde Chile y además me sentía más segura llegando primero a un país de habla hispana. Como sé que soy una persona de mar, buscaba voluntariados en las costas españolas, revisando todas las oportunidades varias veces. Quise aplicar de inmediato, pero me respondieron que aún era muy pronto y que debía aplicar con unas dos semanas de antelación. Eso me puso aún más nerviosa, pero finalmente decidí dejar que todo fluyera. Tanto fluyó que, la noche antes de partir, aún no tenía alojamiento confirmado, pero mi instinto me mantenía confiada. Al despertar, vi en la app que me habían aceptado en un hostel en Tarifa, en el sur de España, un lugar que quería visitar. Con mucha alegría, me despedí de mi familia y abordé el avión.
¿Cómo fue mi primer día de voluntariado?
Al llegar al hostel, me encantó el ambiente: todos sonreían y estaban en modo relax porque estábamos en Tarifa. Éramos seis voluntarios y la conexión fue tan buena que nos sentimos como una familia: hacíamos las compras juntos, cocinábamos, íbamos a la playa y salíamos de fiesta. Cada uno tenía tareas específicas y siempre nos apoyábamos mutuamente.
Mi tarea principal era la limpieza del hostel junto a otra voluntaria. Al principio me costó coger el ritmo, ya que en las dos horas entre check-in y check-out teníamos que limpiar todo, y a veces me volvía muy minuciosa con algunos detalles, lo que me retrasaba en otras tareas. Sin embargo, mis compañeros siempre tuvieron paciencia y me daban consejos para mejorar.
¿Qué tareas realizaba en mi voluntariado?
Los días en el hostel en Tarifa transcurrían sin prisa y la rutina nunca fue agotadora: por la mañana hacíamos yoga con otra voluntaria, luego desayunábamos y al mediodía comenzábamos a limpiar. A eso de las 14 horas, cuando terminábamos, los voluntarios que estaban libres preparaban el almuerzo. Comíamos todos juntos y después íbamos a la playa.
El turno de recepción por la tarde lo hacía uno de los dueños, lo que nos permitía disfrutar más tiempo en la playa. Creo que no hubo un día en que no fuera a la playa, y aunque el agua era fría y el viento fuerte, ese lugar me atrapó. Después de la playa, volvíamos al hostel, merendábamos algo y nos reuníamos en el patio delantero a hacer música. Cada quien aportaba lo que podía, aunque fuera aplaudiendo; la idea era pasarla bien y compartir.
Los huéspedes a menudo se unían a nosotros y, aunque la mayoría no entendía las canciones en español, les encantaba el ambiente. Una huésped incluso me dijo que se había cambiado al hostel porque una amiga le había contado que allí los voluntarios tocaban música para entretener a los huéspedes cada tarde, ¡como si fuera nuestro deber! Y le parecía aún más bonito que lo hiciéramos solo por diversión. Luego, cuando el hambre apretaba, cenábamos y, a veces, salíamos a los bares del centro o simplemente nos quedábamos en el hostel compartiendo una cerveza y música con los huéspedes.
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Un voluntariado en un hostel te permite vivir en comunidad y aprender de todos
Al convivir en comunidad y muchas veces los huéspedes nos dejaban sus compras al partir, puedo decir que en comida no gasté más de 100€ en todo el mes. Si sumas las cervezas y chupitos, puede que sea un poco más, pero el hostel tenía convenio con un bar del centro y obteníamos descuentos en la bebida.
Este tipo de hostels es ideal para quienes buscan relajarse, pasarla bien y conocer nuevas culturas, ya que llegan personas de todos lados, formas y colores. Además, si te gusta o quieres aprender a hacer kite surf, Tarifa es el lugar perfecto.
Este fue mi primer voluntariado, y ahora llevo varios más, pero sigue siendo mi favorito. Aprendí a fluir y a relajarme como un estado natural. Si vuelvo a España, seguro vuelvo a quedarme en un hostel así.
De esa experiencia en el hostel, llevo los mejores recuerdos, conocí personas que hoy son muy importantes en mi vida, como mis queridos amigos Edo y Vicky, y también a mi compañero de viaje y vida, Max.
Sin duda, te recomiendo explorar las muchas opciones que ofrece la plataforma de voluntariado en todo el mundo. Vale la pena intercambiar tus habilidades por alojamiento y comida mientras aprendes y vives en comunidad haciendo volunturismo.