La bajona en los viajes
Le pasa a todos. Después de meses en la carretera, un día despiertas y te sientes un poco raro. Viajar ya no parece tan emocionante como antes. Estás aburrido, cansado y sin ganas.
Empiezas a pensar: “¿Qué me pasa? Estoy viendo y haciendo cosas increíbles cada día. ¿Por qué ya no me encanta?”
Eso es la bajona — y le sucede a todos.
Al principio, viajar es emocionante y nuevo. Conoces gente de diferentes partes del mundo, experimentas nuevas actividades, pruebas comidas distintas y exploras lugares exóticos.
Existe esa percepción — tanto de viajeros como de no viajeros — de que viajar siempre es pura emoción. Antes de salir, incluso me dejé llevar por esa idea. Es natural, aunque no sea correcto. Recuerda algunos de los momentos destacados de tu pasado: ¿cuántos incluyen hacer fila en el supermercado, sostener un palo en el autobús, estar atrapado en el tráfico, hacer la declaración de la renta? Esos momentos cotidianos los eliminamos de nuestro pasado. Pero también los evitamos en nuestro futuro. Tratamos los viajes anticipados como un carrete de momentos destacados que se reproduce en nuestra mente. Por eso, la fase de planificación siempre es tan divertida.
El agotamiento puede parecer la máxima expresión de ingratitud. ¿Qué hay para estar cansado? Tienes total libertad. Estás en una aventura que la mayoría solo sueña con hacer. Ves atracciones famosas, conoces gente de todo el mundo, pruebas nuevas cocinas, aprendes idiomas. No tienes responsabilidades. Puedes hacer lo que quieras, cuando quieras. Nada se interpone en tus deseos o caprichos más locos.
¿Y qué, ya estás harto?
Pero un día te das cuenta de que tus viajes se han convertido en rutina: despiertas, haces turismo, conoces a otros viajeros, preguntas y te hacen las mismas preguntas, empacas, te vas al siguiente destino, y repites en un lugar nuevo.
Te cansas de buscar constantemente tu autobús o hostal en países donde no hablas el idioma. Estás cansado de planear desde cero cada día. Te agota ver cómo tus nuevos amigos toman el autobús fuera del pueblo y nunca más los vuelves a ver. Las partes cotidianas de la vida que en casa das por sentado — encontrar comida que no te enferme, saber dónde lavar tu ropa, comunicarte sobre horarios de autobuses o menús — se vuelven tareas tediosas.
Debes aprender un conjunto nuevo de normas sociales en cada lugar. Tienes que reiniciar tu vida una y otra vez, en un sitio diferente y con gente distinta. Por mucho que cambie el escenario, la vida nómada puede parecer un Día de la Marmota sin fin.
Un amigo me escribió recientemente sobre este problema. Él y su pareja llevan cinco meses en su viaje y de repente ya no disfrutan tanto como al principio. Me dijo que no estaban “sintiendo lo mismo”. Quería saber qué pasaba y si esto era normal.
“No pasa nada,” le respondí. “Es completamente normal.”
Muchos viajeros de largo plazo enfrentan la bajona en su viaje.
Por ejemplo, después de cuatro meses y medio viajando por Estados Unidos, mis últimas semanas no las pasé visitando nuevas ciudades, sino viendo Netflix y comiendo con amigos. Después de moverme cada pocos días tanto tiempo, necesitaba descansar. Afortunadamente, volvía a casa para relajarme, pero si no, habría hecho lo que le dije a mi amigo que hiciera:
Detente y cambia la rutina.
La bajona se cura fácilmente porque es una enfermedad nacida de la rutina. Viajar para añadir emoción a tu vida, y de repente sentir que dices: “¿Otra iglesia/templo/cascada? Lo que sea.” ¿Cuántas catedrales, montañas o playas hermosas puedes ver en poco tiempo antes de volverte un poco insensible?
Cuando viajar se vuelve rutina, pierde su chispa, pero hay dos formas sencillas de arreglarlo:
Primero, quédate donde estás. Dedica tiempo en un solo lugar. Parte de lo que sientes es porque estás corriendo demasiado. Cambiar de lugar cada pocos días cansa. Constantemente estás desempacando y empacando, tratando de ver lo máximo posible. La vida se vuelve una especie de borroso, una serie de fotos.
Así que, desacelera.
Tómate un descanso del viaje.
Quédate en un lugar, conócelo más a fondo, conviértete en un habitual. Mira Netflix, lee, duerme. Un día descubrirás que recuperaste tu energía. Cuando eso pase, sigue adelante.
Segundo, cambia tu rutina. Mis amigos son nómadas digitales, trabajan mucho en el camino y pasan mucho tiempo en alojamientos tipo Airbnb.
Les sugerí que en lugar de eso, se quedaran en hostales o usaran plataformas como EatWith para conocer locales, unirse a tours en pubs, o usar sitios similares para hacer nuevas amistades.
Lo que hace que viajar sea tan emocionante es la variedad. Cada día trae nuevas posibilidades. Puedes ser o hacer lo que quieras.
Pero, como en todo en la vida, cuando la rutina se instala, la emoción se desvanece.
Así que rompe con tu rutina. Si estás en hostales, prueba Couchsurfing. Usa Meetup.com para encontrar grupos locales con intereses similares. Evita las actividades habituales y asiste a ese festival del que te hablaron.
La bajona le pasa a los mejores. Viajar es como una batería, no una fuente infinita. Necesitas recargarla de vez en cuando. Cuando sientas que te invade la bajona, es momento de detenerte y recargar energías.
Al desacelerar y cambiar tu rutina, la bajona desaparecerá.
Y, al volver a salir a la carretera, la emoción y energía del principio volverán, y viajar será maravilloso otra vez.
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