Uno de los problemas más comunes a los que se enfrentan los empresarios que quieren ahorrar impuestos montando una empresa offshore tiene que ver con la contabilidad.
En las consultas nos encontramos con numerosos casos de clientes que, sin haberlo analizado bien, han creado una sociedad pantalla o empresa fantasma y de repente empiezan a perder clientes porque no pueden desgravar sus facturas.
En este artículo te explicaré por qué las empresas que no tienen más que una dirección y un buzón de correo suelen tener problemas a la hora de expedir facturas, y qué necesitas para que las autoridades reconozcan y acepten tus facturas para poder desgravarlas.
También hablaremos de los países afectados por este problema y de las soluciones alternativas disponibles.
Reconocimiento de facturas offshore
La aceptación de facturas expedidas desde jurisdicciones offshore no es un problema a nivel global, sino que depende de cada país.
Existen muchas autoridades fiscales en el mundo a las que no les importa desde qué país se emite la factura siempre y cuando el concepto sea válido. Esto en casos en los que se llega a una inspección o auditoría fiscal, algo que en la mayoría de países no suele ocurrir, o solo cuando los ingresos superan el millón de euros.
En este aspecto, países de habla inglesa como Reino Unido y Estados Unidos son bastante abiertos. Después de todo, ellos mismos son los mayores paraísos fiscales en el mundo, al menos para los extranjeros. Además, muchos de los hoy paraísos fiscales han sido colonias suyas o mantienen estrechas relaciones comerciales.
Por eso, en Reino Unido o EEUU no te pondrán problemas para aceptar facturas emitidas por sociedades en Panamá, Hong Kong o las Seychelles, siempre que la factura tenga sentido y sea coherente.
Sin embargo, en Europa continental, especialmente en países como España o Alemania, puede haber serios problemas si durante una auditoría detectan facturas de países offshore.
Si no puedes demostrar lo contrario con pruebas, la Hacienda no reconocerá el gasto y, por tanto, no podrás desgravar la factura.
En el caso de España, además, podrías haber incurrido en una infracción por no retener una parte del pago al proveedor, lo que implica que no solo no podrás desgravar la cantidad, sino que también deberás pagar los impuestos correspondientes a la sociedad offshore que emitió la factura.
Por mucho dinero que ahorres en impuestos con una sociedad offshore, si trabajas con empresas europeas y tus clientes no pueden desgravarse tus facturas (o si van a realizar inspecciones por tenerte como proveedor), esta desventaja puede hacer que pierdas la mayoría de tus clientes.
Por qué solo algunos clientes comerciales son problemáticos
Una de las preguntas clave en toda consulta es quiénes son tus clientes. ¿Son particulares o empresas y de qué países proceden?
Aparte de que muchas empresas españolas prefieren hacer negocios solo con otras sociedades limitadas por motivos de seriedad y reconocimiento, uno de los factores más importantes es el riesgo de no poder deducir la factura o de tener que retener dinero al proveedor.
Si vendes productos digitales o asesorías en nutrición y fitness, lo habitual es que trates con clientes finales. Estos, por lo general, no requieren una factura reconocida, ya que no pueden deducir lo pagado.
También si vendes productos de bajo valor, como un libro digital comprado por el dueño de una sociedad española a una sociedad en Panamá o una alfombra en Dubái, por supuesto a nombre de su empresa para ahorrar IVA y desgravarse, no suele haber problema. Pueden demostrar la compra y, por el bajo coste, normalmente nadie lo discute.
Lo mismo sucede en ingresos por licencias o comisiones a terceros. Generalmente, existe un contrato que especifica las condiciones de distribución. Aunque la sociedad que recibe el dinero esté en una jurisdicción offshore, no suele haber problema en demostrar el origen de la comisión.
Es importante destacar estos ejemplos porque todavía existe la creencia de que la aceptación de facturas depende únicamente del país donde se emiten.
La realidad es que esto no es así; que puedas desgravarte una factura depende principalmente de lo plausible que sea el concepto y de que puedas demostrar que realmente se recibió el servicio o producto.
El país desde donde se expide la factura es un indicio, pero no un factor decisivo.
Por ejemplo, si emites facturas con una empresa canadiense, país miembro de la OCDE y con alta presión fiscal, no tendrás problemas aunque en realidad se trate de una sociedad exenta de impuestos.
La Agencia Tributaria no pondrá obstáculos a aceptar estas facturas, ya que sabe que las sociedades canadienses son transparentes y públicas, y por tanto, no son usadas para evadir impuestos.
Además, es probable que el funcionario de Hacienda desconozca que una sociedad canadiense puede vender en cualquier parte del mundo (excepto en Canadá) sin pagar impuestos, usando una sociedad de responsabilidad limitada (LP) canadiense.
Por qué la credibilidad de una factura es fundamental
Al final, lo que realmente importa no es el país de origen de la factura, sino su plausibilidad. Y en esto, las sociedades offshore en paraísos fiscales suelen fallar: las autoridades dudan de su credibilidad.
De hecho, la primera idea que surge a muchos empresarios que se cruzan con el mundo offshore es montar una sociedad offshore y emitir facturas a su propia sociedad para reducir beneficios y disminuir impuestos.
Por supuesto, esto no funciona si no se toman precauciones y presenta varios problemas, como las reglas CFC y las operaciones entre sociedades relacionadas.
Así, lo que parece una buena idea puede convertirse en un infierno de sanciones y complicaciones por las medidas contra la evasión fiscal. Además, existen el régimen de transparencia fiscal y la regla de administración efectiva.
Las empresas fantasma sin oficinas ni establecimientos reales acaban siendo tratadas fiscalmente como si fueran empresas nacionales, entrando en el régimen de transparencia fiscal.
Esto impide que en países con alta presión fiscal, como Francia, Portugal, España, Alemania o Italia, puedas mantener dinero preimpuesto en una offshore sin riesgo de sanciones, incluso si no lo tocas.
Hacerlo sería ilegal a menos que tengas una oficina física, con un director y empleados. Incluso entonces, deberás tener cuidado con las operaciones vinculadas (las que se realizan entre sociedades relacionadas).
Los precios deben ser los habituales en el mercado y debes poder demostrar que el servicio o producto se ha entregado (en ventas de productos, esto es más sencillo). Siguiendo esta norma, la matriz puede cobrar a su filial por servicios administrativos, o viceversa.
Por supuesto, no todos los empresarios se preocupan por la legalidad y algunos constituyen empresas offshore de forma anónima, con la esperanza de que no los descubran. Luego, emiten facturas bajo conceptos como servicios de consultoría, que son gastos frecuentes y difíciles de verificar.
En realidad, estas facturas solo sirven para reducir beneficios de la otra sociedad y, aunque puede salir bien, también implica riesgos. Si tienes una offshore en un país donde España obliga a retener impuestos, no te servirá de mucho.
El problema de fondo: La inefectividad de la lucha contra la evasión fiscal
Si un evasor monta su estructura correctamente, las autoridades fiscales no podrán vincular la empresa offshore con la sociedad real para desviar beneficios.
Esto es algo que las leyes recientes tras los escándalos fiscales no podrán cambiar. Solo sirven para aumentar el miedo.
Ni las iniciativas como BEPS, ni el intercambio automático de información, ni otras leyes locales ofrecen una solución real a la evasión fiscal. Al final, los menos informados son los que acaban siendo descubiertos.
Es irónico que las medidas adoptadas en los últimos años puedan facilitar el uso de sociedades pantalla, ya que los políticos y funcionarios creen en la efectividad de estas leyes y piensan que nadie más las usa.
Las leyes recientes pueden ser molestas y requerir ajustes en las estrategias, pero no han logrado que quienes saben cómo hacerlo dejen de usar empresas fantasma de forma anónima.
Hoy en día, no existen mecanismos globales efectivos para identificar a los beneficiarios económicos a nivel empresarial.
Incluso el registro de transparencia de la UE o los acuerdos bilaterales de intercambio de información entre países, así como el intercambio automático de datos, tienen vacíos legales.
Lo que realmente puede ser peligroso es la filtración de información, algo imprevisible pero que puede evitarse trabajando con proveedores pequeños y menos atractivos que las grandes firmas como las que estuvieron en los Panama Papers o Paradise Papers.
Por todas estas razones, el reconocimiento de facturas desde paraísos fiscales representa un problema para las autoridades tributarias, ya que existe el riesgo de que se falsifiquen facturas o se expidan sin que se haya prestado ningún servicio.
Por ello, muchas autoridades optan por no reconocer facturas de sociedades offshore poco transparentes o por invertir el sujeto pasivo, obligando a las empresas nacionales a retener una cantidad en origen para asegurar el pago de impuestos, siempre que puedan identificarse.
Al final, para demostrar que se realizó una actividad, el evasor probablemente tendría que revelar su identidad, lo cual suele evitar por la ilegalidad de sus acciones.
De esta forma, las autoridades fiscales nacionales logran controlar al menos parte de la evasión fiscal global. Sin embargo, todavía no pueden frenar completamente los modelos de negocio basados en empresas fantasma.
En qué casos se reconocen las facturas desde sociedades en paraísos fiscales
Por ejemplo, si una desarrolladora de software que vive en Panamá factura a través de su sociedad panameña, en principio, sus facturas podrían ser aceptadas por Hacienda en España, Alemania o cualquier país. Sin embargo, probablemente será la empresa que contrata quien las rechace por temor a problemas con las autoridades fiscales.
Si la persona detrás de la negocio no se oculta y está registrada con todos sus documentos en regla, además de realizar un trabajo verificable, el reconocimiento de estas facturas no debería ser un problema.
En caso de inspección, la empresa que contrata los servicios podría haber solicitado el certificado de residencia en Panamá y el registro de la sociedad para demostrar que no es una empresa fantasma, sino que tiene una estructura real con oficina y empleados (aunque sea en su propia casa).
Lo que más revisarán desde Hacienda será el concepto de la factura (que sea plausible y que el servicio o producto se haya entregado), además de que la empresa extranjera tenga un lugar físico desde donde realiza la actividad y algún número de seguridad social.
Contar con una historia de la empresa, una lista de clientes importantes o tener fotos del equipo y las oficinas en la web ayuda mucho a la credibilidad.
Al final, la palabra clave es: transparencia.
Los inspectores de Hacienda suelen verificar las direcciones en las facturas, buscando si son compartidas por varias empresas o si son reales. Con una simple búsqueda en internet o una llamada telefónica pueden comprobar si la oficina existe y si hay alguien allí.
En caso de dudas, incluso pueden visitar el lugar en persona, aprovechando que muchos paraísos fiscales son destinos turísticos populares, para verificar la existencia de la oficina.
Antes de esto, también se puede usar Google Street View o redes sociales para verificar la existencia de locales comerciales.
Los criterios para la aceptación de la factura
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