Aprende a vivir como un local en Francia en 2026

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¡Viaja con la economía colaborativa y descubre más de tu destino!

Este año, decidí explorar París con un enfoque diferente. Mi objetivo era visitar la ciudad a través del lente de los años 20, pero también quería aprovechar la economía colaborativa para conectar con locales, vivir experiencias únicas y ahorrar en el camino.

Utilicé plataformas como Airbnb, Couchsurfing, BlaBlaCar, EatWith y programas de bienvenida de turismo para actividades. Quería alejarme de las rutas turísticas tradicionales, conocer más locales y aprender más sobre un país que amo tanto.

¿Pero sería esta la mejor forma de conocer gente? ¿Realmente es más barato usar solo la economía colaborativa? ¿Requiere más trabajo? ¿Me gustaría hacerlo todo el tiempo?

Mientras esperaba en una esquina de París para que Justine, mi conductora de BlaBlaCar, me llevara a Orléans, me surgieron estas dudas. La conversación en francés fue escasa y, aunque al principio intentamos comunicarnos en inglés y español, pronto nos quedamos en silencio, cada uno hablando en su idioma mientras yo leía un libro. Es comprensible, hablar en tu idioma nativo siempre es más fácil.

Mi viaje de dos semanas con la economía colaborativa empezó con un pequeño suspiro, no con una gran aventura social. Los resultados fueron variados y dependieron mucho del servicio que usé.

En Orléans, mis anfitriones en Airbnb eran jóvenes diseñadores gráficos, muy amables y con un excelente té, aunque hablaban poco inglés y no estaban muy interesados en socializar. Sin embargo, su casa era hermosa, con suelos de madera antigua, vigas expuestas y una pequeña escalera que transmitía historia.

En Tours, rápidamente cambié de alojamiento (porque fumaban) y conocí a Anne Marie y Patrick, una pareja mayor que demostró que la tercera es la vencida. Me prepararon el desayuno, incluyendo una vela en mi croissant en mi cumpleaños, y fueron muy amigables. Compartimos historias, risas y una botella de vino.

Para mí, ellos representaron lo mejor de Airbnb y terminé extendiendo mi estadía con ellos.

En cada destino, abría la app de Couchsurfing, pero muchas veces no encontraba a nadie con quien socializar. En Orléans, Blois y Amboise, no había nadie en la app. A veces, enviaba correos a varios anfitriones en Tours y lograba conocer a algunas personas para tomar algo.

En Lyon, tuve más suerte. La app mostraba actividades y personas interesadas en encuentros. Cené con algunos, tomé algo con otros y pasé un día en el parque con más. Conocí a un psicólogo local, un recién graduado que recorría su país, un refugiado sirio de Alepo (una experiencia reveladora y triste), un danés divertido y un turista japonés que quería ser agricultor. La experiencia estuvo llena de risas, diversión y aprendizajes.

Las apps de compartir comida, como BonAppetour y VizEat (que ahora se fusionó con EatWith), a menudo no tenían anfitriones en ciudades pequeñas. Sin embargo, en Lyon, encontré dos anfitriones de último momento en VizEat: un músico de jazz que me preparó una hamburguesa increíble y un tailandés con su pareja que hicieron deliciosa comida tailandesa.

En cuanto a actividades, plataformas como Vayable (que cerró) no arrojaron resultados, pero probé otros sitios como Withlocals y Airbnb Experiences, aunque tampoco tuve suerte. La última mañana en Lyon, paseé con un guía del programa Global Greeters, una experiencia muy enriquecedora.

Para transporte, usé BlaBlaCar en tres ocasiones. La mayoría de las veces, la conversación en francés, inglés o español fue breve o nula, y terminaba mirando por la ventana o leyendo mientras el conductor y el pasajero conversaban en francés.

Al regresar a casa, empecé a tener dudas sobre la economía colaborativa. No siempre es conveniente, ya que dependes de personas, no de empresas, y pueden surgir cancelaciones, retrasos o cambios de planes. Además, no siempre es más barato; aunque plataformas como BlaBlaCar y Airbnb suelen ser más económicas, las comidas y tours pueden ser caros, igualando o superando los precios tradicionales.

También, requiere mucho tiempo de investigación. Buscar rides, anfitriones, actividades y eventos puede tomar horas, especialmente si quieres aprovechar al máximo las oportunidades.

Un aspecto que no me gustó en particular de BlaBlaCar fue el uso de autopistas, ya que esperaba disfrutar del paisaje en el camino, pero la mayoría de los conductores optan por las autopistas para llegar más rápido. Prefiero los trenes por la vista del campo.

Tras dos semanas usando la economía colaborativa, creo que no dedicaría tanto tiempo en futuras viajes. La usaré en países caros o en ciudades grandes, donde puede ser más útil, y seguiré usando plataformas como Couchsurfing y EatWith para experiencias enriquecedoras.

Airbnb sigue siendo útil, pero ahora soy más selectivo con los alojamientos. La economía colaborativa puede ser más económica en otros destinos, pero requiere más investigación y planificación.

En conclusión, la economía colaborativa no es la solución mágica que pensé, aún tiene sus dificultades y necesita mejorar en aspectos como las cancelaciones de anfitriones. No dedicaré tanto tiempo a buscar hosts o eventos, prefiero aprovechar ese tiempo en actividades al aire libre.

Pero, a pesar de sus fallos, la economía colaborativa sigue siendo una forma interesante de viajar y conocer más de tu destino y a sus habitantes. No la abandonaré por completo, pero tampoco la dedicaré toda mi ruta.

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