Construir un gran equipo comienza con un líder excepcional

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Entiende a tus empleados

Para ser un buen líder de equipo, primero necesitas dedicar tiempo a conocer a tus integrantes. Esto implica entender sus metas a corto y largo plazo, su situación actual, sus patrones de comportamiento y mucho más. Conocer estos detalles te facilitará comprender cómo percibirán ciertas tareas. Por ejemplo, si un empleado tiene un hijo enfermo que debe cuidar en las próximas semanas, probablemente deberías evitar asignarle de repente una carga de trabajo mayor. Si no conoces su situación, no podrás tomar la mejor decisión y podrías llevarte una sorpresa cuando expresen su malestar con la experiencia laboral.

Tras años de experiencia como presidente de una reconocida empresa internacional de cuidado de la piel, maquillaje y fragancias, Philippe Warnery también aconseja a los líderes aprender a leer las señales no verbales de sus empleados. Habiendo trabajado con miles de personas de diversas culturas, orígenes y lugares, Warnery destaca la importancia de reconocer algunos gestos básicos del lenguaje corporal, como pequeñas muestras que indican el nivel de comodidad, entusiasmo o agitación del empleado.

Buscar el acuerdo en lugar de ordenar

Una vez que conoces a las personas que liderarás, debes empezar a buscar formas de llegar a acuerdos. A menos que sea una excepción muy concreta, nunca deberías ordenar directamente. En su lugar, encontrar una manera de consensuar el trabajo será mucho más efectivo. Considera la diferencia entre estas solicitudes:

  • “Por favor, haz esto antes del final del día.”
  • “¿Podrías completar esto en las próximas horas? Si no, ¿podrías enviarme algunos horarios disponibles hoy?”

Ambas frases son comunes en muchos lugares de trabajo, pero la segunda opción será mucho más exitosa porque da al empleado la flexibilidad para elegir el momento adecuado. En otras palabras, incluso si termina la tarea hoy, nunca debe sentir que está siguiendo órdenes directas. A menos que algo sea absolutamente urgente y solo esa persona pueda hacerlo, las órdenes siempre deben permitir cierta flexibilidad.

El respeto debe ser mutuo

Existen dos formas principales de convertirse en líder de equipo. La primera es cuando ocupas un puesto superior a cualquier miembro, basando tu liderazgo en la antigüedad. Sin embargo, cada vez es más común que los empleados asciendan a estos roles por su rendimiento. Aunque no tengan la misma antigüedad o autoridad basada en el rango, su historial sólido les permite liderar a otros.

El respeto mutuo es fundamental en ambas situaciones, pero es especialmente importante cuando lideras por rendimiento. La razón es que otros pueden ser reacios a seguir órdenes de alguien que no supervisa directamente. Sin embargo, si construyes una relación basada en justicia, consideración y profesionalismo, esas preocupaciones relacionadas con el rango desaparecerán pronto.

Este proceso puede ser largo y requiere esfuerzo, pero el principio básico es simple: trata a todos como te gustaría ser tratado. Siguiendo esta regla de oro, lograrás un liderazgo basado en el respeto, mucho mejor que el que se basa en el miedo.

Prioriza la crítica constructiva

Al convertirte en líder de equipo, notarás un crecimiento personal que quizás no imaginabas. Si no mejoras tus debilidades, será muy difícil ejercer tu autoridad a largo plazo.

También debes pensar en el desarrollo profesional de tus miembros y guiarlos en ese camino. Así como recibirás retroalimentación de tus superiores, debes ofrecer la misma cortesía a tu equipo. Esto implica realizar revisiones periódicas de su desempeño, donde brindes críticas constructivas y puntos concretos para mejorar.

Mantén la autoridad y haz que todos sean responsables

Al final, debes entender que, aunque las relaciones personales no están prohibidas, es necesario establecer límites que protejan tu autoridad. Por ejemplo, si te enfocas demasiado en conocer a tus empleados, corres el riesgo de convertir la relación profesional en amistad. Cuando eso sucede, será muy difícil mantener la misma autoridad y puede generar conflictos al intentar recuperar tu rol de líder. La clave es ser amigable con todos, sin convertirte en su mejor amigo.

Mientras guías a tu equipo, identifica tus fortalezas y aprovéchalas. Por ejemplo, si eres buen comunicador, prioriza las reuniones presenciales en lugar de correos electrónicos. En definitiva, tu éxito dependerá de tus cualidades. Siguiendo estos consejos, podrás aprovechar al máximo tu experiencia como líder.

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