8 historias impactantes de mujeres que viajaron solas en 2026

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VIAJAR PARA, viajar, sola, pero, como

Viajar sola no es únicamente para un tipo de mujer, aprende a conquistar el mundo con las historias de estas 8 viajeras, tú serás la próxima.

He recopilado las historias de 8 mujeres que hicieron voluntariado internacional en diferentes partes del mundo para demostrarte que no existe un prototipo de mujer viajera.

Antes de lanzarme a la ruta por mi cuenta, pensaba que para que una mujer viaje sola, considerando todos los peligros a los que estamos expuestas, tenía que ser una mezcla entre Tomb Raider, Terminator y Bear Grylls.

Pero yo no era nada de eso… crecí siendo sobreprotegida, con el chip de ser “muy pequeña o muy débil o muy señorita para hacer algo”, entonces ¿cómo podría viajar si no estaba preparada? Además, mi mente iba a mil por hora imaginando todos los escenarios posibles y cómo reaccionar ante ellos… Era un caldo de cultivo de miedos.

Cuando por fin decidí callar a mi mente y comenzar a viajar, conocí a mujeres increíbles y tan diferentes de lo que pensaba… de todas las edades, carreras y valores.

Había quienes querían probarse a sí mismas que podían, quienes rompieron relaciones largas, las que viajaban para aprender un idioma nuevo o especializarse en su carrera, las que querían conocer el mundo, hacer dinero o encontrar el amor…

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Estoy segura que podrás verte en alguna de estas historias:

1. Siempre he sido tímida, pero viajar sola me ayudó a tomar la iniciativa

Karina, mexicana de 27 años

Me dedico a Recursos Humanos, principalmente reclutando perfiles de tecnología, y me gusta mucho quedarme en casa, jugar videojuegos, la comida y planes tranquilos. Desde pequeña siempre he sido tímida, pero viajar sola me ayudó a desarrollar la capacidad de tomar la iniciativa.

Mi mayor reto fue cuando decidí viajar sola por Europa. Ser una chica tímida viajando por cuenta propia sin alguien “de confianza” puede ser solitario, por eso TIENES que hacer amigos para tener con quién pasear, ir de fiesta o simplemente dar un paseo. Al principio fue difícil porque los europeos parecen cerrados y desconfiados, pero una vez que aprendes a hablarles, todo se vuelve más fácil.

Esta es la anécdota más graciosa y aterradora que tengo

Yo hacía voluntariado en un hostal en Bélgica durante el turno nocturno cuando el elevador se quedó atascado con gente adentro a las 3 a.m. Junto a mi compañero de turno tuvimos que arreglárnoslas para llamar en otros idiomas a las personas que pudiesen ayudarnos, mientras calmábamos a los atrapados y lidiábamos con los chicos enfiestados en el lobby.

Creo que fue de las peores noches que he tenido, no solo en el viaje, sino en toda mi vida, pero me sirvió mucho porque después de esa experiencia me siento capaz de enfrentar cualquier emergencia, incluso en otros idiomas. Gracias a los viajes y destinos que visité, me interesé por aprender idiomas; actualmente sé 3 y estudio otros 2 para mis próximos destinos.

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Hoy te escribo desde la comodidad de mi casa, ahorrando y preparándome para mi próxima aventura en Asia.

Sigo siendo introvertida y tranquila, parte de mi personalidad. Pero sé que lo que viví durante mis viajes por Europa me servirá para toda la vida. Ser voluntaria me ha dado experiencias que en la escuela nunca tuve. Tengo lo mejor de dos mundos: soy profesional y también viajera.

2. Hacer voluntariado en una ONG me cambió como docente

Giulia, española de 25 años

Desde que empecé como maestra, ya pensaba en ayudar realizando voluntariado en una ONG. Quería demostrar que podía ser luz y guía, pero para eso necesitaba encontrar el lugar adecuado para iluminar.

Así encontré Brigdes Cambodia International, un orfanato en las afueras de Siem Reap, Camboya. Desde el primer día me hicieron sentir como en casa, preguntándome cómo estaba y si necesitaba algo. Lo agradezco mucho.

La experiencia en Camboya transformó mi forma de pensar

Los niños y niñas eran educados, con muchas ganas de aprender y muy espabilados. Lo complicado fue que en la clase me encontré con niños de niveles y edades diferentes (entre los 6 y 18 años). Sin embargo, mi objetivo era que en una misma sesión todos pudieran seguir aprendiendo con motivación y superación.

Poco a poco, con recursos y materiales que traía de España, logramos hacer un proyecto potente. También había otros profesores en el orfanato con quienes formamos un gran equipo y nos ayudábamos mutuamente. ¡Qué bonito fue!

Al volver a España, empecé a valorar a los niños no solo por lo que podían aprender, sino también por la mochila emocional que llevaban. Este relato me lleva a hacer una llamada a todos los docentes: que antes de mirar el cerebro del infante, miren su corazón y alma, ayudándolos a sanar y liberarse de cargas innecesarias.

Quizás una experiencia fuera de su país pueda ayudarles a mirar más allá, como lo hizo conmigo.

3. Cumplí el sueño de hacer una maestría mientras hacía voluntariado en España

Alana, colombiana de 29 años

A veces parece imposible viajar cuando queremos cumplir otros sueños. Yo te cuento cómo rompí con el “no se puede”.

Soy diseñadora y hace 3 años decidí avanzar en mi carrera, soñaba con viajar sola a España para hacer un máster en Madrid y, tras muchas averiguaciones y trámites, tomé la decisión.

Me preocupaba cómo solventar mi estadía, ya que dejaba mi trabajo en pausa y había invertido parte de mis ahorros en mis estudios. Entonces encontré a YoEmpresario y me convertí en voluntaria en un hostal, atendiendo en la recepción 4 noches a la semana. Así intercambiaba habilidades por alojamiento y no gastaba tanto.

Al principio fue difícil adaptarme en un espacio compartido con huéspedes, la rutina, dejar la comodidad de mi hogar, mi familia y amigos… Pero después de un mes, gracias al apoyo de las chicas que también hacían voluntariado, creamos una hermandad.

Esta experiencia me hizo ver las oportunidades con humildad y gratitud, me cambió de tal forma que por primera vez en mi vida sentí que podía valerme por mí misma y que era más fuerte que nunca.

Descubre cómo hacer voluntariado en la recepción de un hostal

Hacer voluntariado como este es una gran ayuda no solo para cumplir tus sueños, sino también para fortalecer tu carácter y llenar tu vida de recuerdos inolvidables. ¡Sin duda, lo volvería a hacer!

4. Mi pasión por los viajes me ayudó a aprender español en Argentina

Raquel, brasileña de 23 años

Al cumplir 20 años, hice mi primer viaje sola. Pasé un mes recorriendo el interior de Brasil, documentando todo en mi Instagram @solanomundo. Era mi mochila, yo y todo lo que aprendía en el camino.

A partir de entonces, comencé a resolver todo con viajes…

Si quería aprender a meditar, viajaba para pasar tiempo en un centro holístico. Si quería entender más sobre desigualdad social, me ofrecía como maestra en una pequeña escuela en el Amazonas. Y cuando quise aprender español, no fue diferente.

Me fui al norte de Argentina y viví en un hostal en Tilcara, Jujuy, por 30 días.

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Además de volver hablando español, me di cuenta que aprendí jergas locales (¡una bomba!), escuchaba música (Anhelando Iruya) y series argentinas (Marginal). También aprendí a cocinar un guiso de lentejas que preparé para mi madre al regresar.

Siempre que algo te impida viajar, busca formas de hacerlo

Cada vez que sales de casa con una mochila, tendrás más razones para planear tus próximos viajes y, automáticamente, escucharás menos lo que dicen los demás.

Actualmente trabajo como editora de contenido en Brasil, donde vivo, y tengo un gatito llamado Tito. Mi pasión por viajar nunca terminará y cada día pienso que lo que hago ayuda e inspira a otros a planear sus propios viajes.

Desde mi primer viaje, muchas cosas han cambiado. Maduré y aprendí a no querer comerme el mundo de una sola vez. Como periodista, mi curiosidad es insaciable y disfruto conocer gente en cada lugar que visito.

No me importa cuántos países conozca o cuánto camine lejos de casa. Lo que realmente importa es que la cultura de los lugares en los que estoy cambie quién soy y que pueda reconstruirme con cada amanecer en la cima de alguna montaña.

5. Es posible viajar sola y divertirse saliendo de fiesta, soy la prueba de ello

Monse, mexicana de 29 años

He estado viajando por Europa desde hace año y medio (¡qué susto, jaja!). Pensaba viajar solo por 3 meses para visitar a mis amigas, pero se convirtió en un viaje sin ticket de regreso. Cada lugar nuevo me trae nuevas amistades, y eso nunca termina.

Actualmente hago voluntariado en Holanda, mi quinta experiencia intercambiando capacidades por alojamiento.

Viajar me ha ayudado a descubrir mi verdadero valor, a saber que puedo hacer las cosas por mí misma, pese a ser mujer y estar sola. Los peligros no me han detenido y agradezco que nunca me haya pasado nada.

Me encanta la fiesta y socializar, y siempre veo a chicas preguntando: ¿es seguro ir de fiesta sola?. Les puedo decir que sí, que lo he hecho muchas veces y he conocido personas increíbles que ahora son mis amigos.

Cuando más vulnerable me han visto, más protegida he sentido por extraños.

No tengan miedo a socializar, hablen con desconocidos, confíen en su intuición y, sobre todo, ¡diviértanse y no tengan miedo!

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Hacer voluntariado es una forma segura de dar ese gran paso. Usa plataformas como couchsurfing, grupos en redes sociales o simplemente charla en el hostal. Revisa eventos en el destino y socializa más fácilmente. Así, aunque tu viaje comience sola, te sentirás acompañada.

Soy la prueba de que viajar siendo mujer y pasarla bien en fiestas es posible, que puedes ser tú misma y no necesitas compañía. Esto aplica para todos, no solo para mujeres.

6. Desafié las expectativas sociales para seguir lo que dictaba mi corazón

Camila, colombiana de 23 años

La primera vez que me atreví a viajar sola fue con mucho miedo, pero apenas terminé algunas materias en la universidad, me lancé de viaje.

Descargué la app de YoEmpresario y apliqué a varios voluntariados en EE.UU., así conocí todo el sur de California, Florida, Nueva York y Miami.

Soy arquitecta y, al volver a mi país, conseguí un buen trabajo, pero me sentía cansada de la rutina. Extrañaba viajar, estar en hostales.

Decidí renunciar después de un año trabajando. Mi jefe me pidió que no me fuera, diciendo que la experiencia laboral era importante y que luego sería más difícil conseguir empleo, pero mi familia me apoyó en la decisión.

Antes, pensaba que cumplir con un estándar social era más importante que ser feliz, pero un día decidí ignorar lo que dicen los demás y seguir mi corazón. Salí de mi zona de confort y me encontré a miles de kilómetros de casa, conociendo nuevas culturas, aprendiendo idiomas, probando platos exóticos y surfeando en el mar. Me di cuenta de lo grande que es el mundo y lo insoportable que puede ser la rutina.

Viajar me cambió la vida, no me arrepiento de nada y agradezco todo lo vivido y lo que aún está por venir. Ahora estoy en Perú, en un viaje por Sudamérica, pero ya busco maestrías

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