Viajar sola es descubrir quién eres realmente

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Pincha la burbuja y escapa

Deja que la curiosidad te invada, las ganas de ver todo y olvídate del miedo.

Viajar sola y solo, eso es lo que piensan cuando no estamos en casa. Y muchas veces se repite la misma pregunta: ¿No te aburres? Porque yo me moriría del aburrimiento. Y las mismas palabras resuenan en nosotros: Sos muy desapegada. Y la que nunca falta: ¿No extrañas?.

¿Viajar solo… es de valientes?

Cuando alguien me dice “Eres muy valiente, yo no podría”, siempre lo invito con una sonrisa. Aceptar correr el riesgo de ir a un lugar desconocido no significa que la persona sea valiente. Se genera una confusión masiva entre pensamientos, y la valentía y el coraje se camuflan con la libertad.

Lo que sucede es que va más allá de la valentía. La explicación está en que todos somos diferentes, y sí, no todos estamos en el mismo momento. Aquella palabra en esa página del libro, no todos la logramos leer, pero eso tampoco está mal. Como tampoco está mal sentir un poco de miedo, a veces es necesario, pero no dejes que los miedos de los demás te invadan.

Son ladrones de sueños, se meten en nuestro cuerpo y no solo no nos dejan dormir en paz, sino también vivir. Sentir eso es muy común. Las primeras veces estamos nerviosos, curiosos y nos sentimos espectadores de lo que estamos viviendo. Pero así como el mundo gira, nosotros también, y nos convertimos en protagonistas.

Lo que debes saber para enfrentar el miedo a viajar sola.

Viajar sola, una aventura diferente

Es abrir la puerta y salir para ser y hacer. Es olvidarse de prejuicios, de lo que conoces, para empezar a mirar desde otra perspectiva. Es salir a buscarse y ver hasta dónde podemos llegar.

Viajar sola es probar la comida típica del lugar, conocer sus tradiciones, su historia, su música. Es intentar cosas nuevas que quizás nunca habías pensado. Es estar abierto a conocer a otras personas y también buscar conocer el lugar como un habitante.

Viajamos solos y solas, y resulta insólito que así disfrutemos de las mejores compañías. Contemplamos nuestro valor y nos sumergimos en mares con desconocidos que en poco tiempo se transforman en almas amigas o gemelas, que por alguna razón sin explicación aparecen en nuestro camino para compartir ríos y formar océanos juntos.

Viajar sola, es encontrar a alguien. Siempre encontramos a alguien, y muchas veces ese alguien eres tú misma.

Lo que toda mujer debe saber antes de emprender un viaje sola

El motivo por el que decidimos viajar solos y solas siempre depende del momento en que estamos viviendo, de cómo nos sentimos. Es intentar frenar un día de rutina y preguntarnos: ¿Qué es lo que realmente quiero? Y también preguntarnos: ¿Tengo miedo a estar sola?

Busca un momento en soledad que sea placentero, comienza a hacer cosas por ti misma y encuentra lo positivo en ese encuentro contigo misma. Así es como uno se da la oportunidad de conocerse y, a partir de ahí, empieza a conocer a los demás.

Las compañías significativas en nuestra vida hacen que los viajes sean increíbles, pero a veces nos atan a su disponibilidad y surgen conflictos de interés en lo que uno quiere hacer y lo que el otro no quiere. Esto puede entorpecer el viaje.

Viajar con alguien que ya conocemos muchas veces limita nuestro conocimiento. Pueden ser viajes muy divertidos, pero todo depende de lo que buscamos. Pero al viajar solo, tú pones las condiciones y, si encuentras a alguien, haces todo lo posible para que la relación sea lo más enriquecedora.

Saber organizarse en tiempos y en lo económico es un desafío, pero viajar solo te da la oportunidad de tomar tus propias decisiones. No tienes que hacer cosas que no quieres, eres libre en tus elecciones y responsable de ellas.

Si buscas un cambio en tu vida, si necesitas un respiro, si tu cuerpo te pide otro movimiento, cierra los ojos, respira profundo, siéntelo y no lo pienses demasiado (mejor lo suficiente), y decide correr el riesgo. ¿Cómo vas a crecer y conocerte si no sales de tu pequeña zona de confort? Las cosas que están quietas no cambian, así que sal por la puerta o por la ventana, pero sal y muévete.

Todo lo que debes saber antes de emprender un viaje solo

Mi experiencia viajando sola

Desde mi experiencia, empecé a viajar sola a los 19 años porque mi cuerpo me lo pedía. Primero sentí que quería irme de viaje, pero esta vez sería diferente: lo haría sola. Realmente estaba perdida y necesitaba buscarme.

Tenía una amiga que se había mudado a otra ciudad, así que la visitaría por un tiempo y luego seguiría conociendo nuevos lugares. Esa fue una estrategia para salir de mi zona de confort, que en cierta medida me brindaba seguridad a mí y a mi familia: viajar sola, pero primero visitar a alguien. Funciona y da herramientas de confianza en ti misma.

Al lugar al que viajes, es necesario que conozcas un poco su cultura, que sepas qué es ilegal y tener información previa sobre la economía del país. Así evitarás posibles conflictos futuros.

Viajar sola es dejar que el viaje te transforme: llegas al aeropuerto siendo una persona y vuelves muy diferente. Viajar sola permite sumergirte en la emoción y reflexionar sobre ella.

Un día vi un amanecer en una playa y escribí esto en mi libreta viajera:

«Creo que todos alguna vez necesitamos escaparnos, de algo, de alguien, de algún lugar, o simplemente de nosotros mismos. Irse y andar. Tener o no planes es decisión de uno, y aunque los tengas, nada está escrito y los giros que da la vida son sorprendentes. Entonces girar, marearse, caer, levantarse, saltar, correr, trepar, nadar, bailar. Lo queremos todo, y cuando no podemos con algo, solo decimos “no tengo tiempo”, cuando en realidad es todo lo que tenemos y lo único que importa.»

Tiempo para hacer lo que queremos, lo que realmente nos gusta, para descubrir nuevos lugares, para encontrar personas con quienes compartir momentos.

Tiempo para cerrar los ojos y escuchar: historias, música, las olas, el sonido de las hojas y los pájaros.

Tiempo para largas caminatas, para contemplar el amanecer, el atardecer y la luz de la luna.

Tiempo para perderse, encontrarse, compartir, agradecer, reír, sentir, irse y andar.

Y sobre todo, tiempo para amar.»

Siempre pienso que viajar sola fue una forma de conectar conmigo misma, y creo que es una oportunidad que todos deberíamos darnos en algún momento. Así que prepara un poco tu mochila y date tiempo para andar.

No olvides que viajar con actividades de voluntariado en diferentes partes del mundo es una excelente forma de conocer gente nueva durante tu recorrido.

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