El espíritu viajero
Es probable que si estás en esta página, tengas el espíritu viajero (o que lo tengas muy pronto). Si siempre sueñas con aventuras lejanas, anhelas un cambio de escenario o constantemente añades destinos a tu Lista de Deseos, tengo una noticia para ti: eres un adicto a los viajes.
Y no hay cura.
Una vez que te infectas con el espíritu viajero, nunca te abandona. Solo empeora. ¡Vas a estar enganchado de por vida!
Pero está bien, porque no estás solo. Yo también tengo ese espíritu y todo en mi vida gira en torno a viajar. Siempre tengo en mente el próximo viaje y estoy planeando mi siguiente aventura. ¿Te suena familiar?
Por si te preocupa que puedas estar infectado con el espíritu viajero, aquí tienes algunas señales de que tú también podrías ser un adicto a los viajes:
- Comienzas todas tus historias con “Cuando estuve en…”
- Siempre estás preguntando a tus amigos si quieren hacer un viaje.
- Has visto todo lo relacionado con viajes en plataformas de streaming.
- Tu espíritu animal es un viajero. (RIP)
- Has visto todos los episodios de programas sobre viajes y gastronomía.
- Lees guías de viaje por diversión.
- Planeas viajes que nunca realizarás.
- Google Flights es tu página principal.
- Te has suscrito a todos los boletines de ofertas de vuelos del mundo.
- Siempre preguntas “¿De dónde eres?” incluso cuando puedes deducirlo por su acento.
- Usas sandalias en la ducha.
- Siempre llevas papel higiénico contigo por costumbre.
- Google Translate y XE Currency Converter son dos de tus aplicaciones favoritas.
- Tu cartera tiene más de una moneda, por si acaso.
- Mantienes una maleta lista para usar en cualquier momento.
- Tu lista de reproducción de viajes está en tu dispositivo.
- Hablas en códigos de aeropuerto, no en nombres de ciudades.
- Tienes más tarjetas SIM de las que puedes contar.
- Puedes reconocer dónde han estado las personas por los logos y frases en sus camisetas. (Ejemplo: “Same Same” = Tailandia, “Yellow Star” = Vietnam)
- Posees estatus de viajero frecuente en varias aerolíneas.
- Asistes a ferias y conferencias de viajes varias veces al año.
- No tienes cuadros en la pared, tienes mapas.
- Si no has viajado en unos meses, empiezas a tener síntomas de ansiedad.
- Pasas por seguridad en aeropuertos con los ojos cerrados.
- Dedicas dos horas diarias a leer blogs y sitios web de viajes.
- Te suscribes a varias revistas de viajes.
- Por más que viajes, tu lista de destinos pendientes siempre crece, nunca disminuye.
- Al pensar en precios, los valoras en días de viaje en tu próximo destino. “¡Esa televisión cuesta 10 días en París! Mejor esta otra, solo 5 días.”
- No usas cashback, acumulas puntos.
- Tienes una colección de etiquetas de equipaje regaladas por amigos y familiares en las fiestas.
- Finges ser un escritor de viajes.
- Cuando alguien te pregunta por tus hobbies, siempre mencionas “viajar”.
- Algunas personas lloran al dejar su hogar, tú lloras al tener que regresar.
- Cuando te preguntan a qué te dedicas, dices vagabundo.
- Llena tu pasaporte antes de que termine el primer año.
- Ya tienes planes de viajes para la próxima década, solo por diversión.
- Guardas tus guías de viaje usadas en tu librero como un símbolo de orgullo.
- Te tatúas un mapa en alguna parte del cuerpo.
- Planeas tu próximo viaje mientras estás en uno actual.
- Personas que no has visto desde el jardín de infancia te escriben en Facebook pidiendo consejos para su próximo viaje.
- Escribes un post sobre adicción a los viajes.
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